Una libélula cruzó el cielo con su potente zumbido. «¡Bombardeo enemigo!», gritaba un niño. Un mamotreto de plástico que hacía de tanque arrollaba caracoles y hormigas. El escuadrón de la muerte disparaba desde el parapeto de cartón: «¡Bang! ¡Bang!». Un enfermero corría por el pasadizo con un herido: «¡Corredor humanitario!». En el estanque de ranas, la canoa de paja transportaba misiles: «¡Bloqueen el puerto!». Invadieron la cocina y lanzaron una alcachofa al aire. «¡Una granada! ¡Al suelo!».
«¡Basta! ―ordenó la madre―. ¡No se mata!».
En niños ilusos, la guerra es un juego. En quienes claman que piensan, una aberración.
Escribe tu micro en cincopalabras.com: LIBÉLULA – MAMOTRETO – PASADIZO – CANOA – ALCACHOFA

Excelente reflexión Paula. Has narrado a la perfección un momento de juego en mi infancia, y la de muchos. Inconscientes de lo que hacíamos, pienso que todo eso ha quedado de alguna manera impregnado en nuestro yo.
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Gracias, Roberto. Es así, lo tenemos grabado en nuestras mentes como si fuera algo aceptable. Amenazarse con la destrucción mutua (humana y material) hasta que un lado se rinda es bestial, pero estamos tan acostumbrados a ello (y considerado necesario en muchos casos) que no lo cuestionamos. Deberíamos cambiar educando a los niños de manera diferente.
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¿Será que toda aberración comienza siendo un juego? Aunque no todo juego acabe siendo una aberración. Seguro que me quedo dándole vueltas…
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Interesante apreciación. Es posible, no? Los psiquiatras analizan los juegos de los niños para identificar desviaciones. Están los que son crueles con los animales, por ejemplo, y luego esta falta de empatía se torna en algo más macabro. Cuantos «juegos» perversos terminan en muerte, no? Ideas para un micro siniestro…
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Parece ser que algunos gobernantes tienen una ignorancia supina del significado de la vida del ser humano. No se respeta en absoluto y estamos a merced de su poderío bélico. Cuando niños nuestra ingenuidad nos permitía vivir de ilusiones sin afectar nuestras inclinaciones a sucesos siniestros. Bueno, ya pasaron 70 años. Buen micro Paula. Una lectura edificante.
Manuel Angel
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Gracias, Manuel Angel, por pasarte y comentar. La guerra es aberrante. Estamos tan acostumbrados a aceptar la guerra como algo necesario (e incluso a aceptar que responde a «misiones nobles») que nos olvidamos que es una atrocidad, la violencia en su máximo nivel, que no resuelve nada, sino que amplía el sufrimiento humano y nos denigra aún más. En los niños, que imitan y son ilusos, debería enseñarse lo que es y, en los adultos, condenarse sin excusas.
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Sin lugar a dudas que necesitamos este tipo de condena por partes de todos los que creemos que la paz es el única camino para tener una vida digna. Feliz tarde Paula. es un placer leerte.
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El placer es mío 😊
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