En el ocaso de mi vida, cavilé. De niño había rescatado a un gatito atascado en la copa de un sauce. Mi foto salió en el periódico y yo, fanfarrón, empecé a expandir los hechos: «¡El alcalde me obsequió un reloj de arena!». Obviaba la parte en que una pirámide humana me alzaba hasta la rama. Exageraba la proeza: «¡El árbol medía cientos de metros!», «¡Un viento boreal me hacía tambalear!»…
Con el tiempo aprendí a engañarme y a jactarme de falsos heroísmos en lugar de ser parte de esa masa que eleva al todo hasta la cúspide.
Escribe tu micro en cincopalabras.com: OCASO – SAUCE – ARENA – PIRÁMIDE – BOREAL

El pan nuestro de cada día. cada cual se monta su película, y se la acaba creyendo.
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Creo que en el fondo sabemos de la falsedad, pero requiere gran coraje enfrentarnos con humildad. Es mejor seguir con la farsa individual, en lugar de contribuir con el todo. Gracias, José Luis por pasarte y comentar.
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Totalmente de acuerdo. Estar vigilante requiere un esfuerzo. Reconocer el autoengaño, además, es muy costoso en términos de autoestima, en este mundo en el que vivimos. (Aunque, en el fondo, merezca mucho la pena. Pero claro, para constatarlo hay que haber pasado por ello).
Gracias a tí.
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La soberbia no debe ocultar la gesta, eso es lo que importa.
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En efecto, ni distorsionarla. La jactancia nos aleja de las grandes obras que podemos hacer en conjunto. Gracias por comentar, Joiel. Un saludo afectuoso.
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Le pasa a muchos esto que cuentas. Llego hasta a dudar de que estuviese rescatando realmente al gatito XD Buen micro. Saludos, Paula 🙂
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Es posible que, cuando la tendencia a exagerar llega a un extremo, no hay ni un ápice de verdad en lo que se cuenta: completas fantasías. En este caso hay solo exageración que se vuelve un hábito (porque para mentir hay que aprender y mejorar!), lo que es una pena porque en esos afanes uno se olvida de la contribución colectiva que se puede hacer. Gracias, Juan, por pasarte y comentar. Un afectuoso saludo.
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Aunque muchas manos le alzaran, no quita mérito a que fuera él, quién recogiera el gatito. Eso es lo que ahora se llama trabajo en equipo. Un abrazo.
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No debería quitarse méritos ni exagerarlos. He ahí que ser humilde requiere gran objetividad. A este niño, luego hombre mentiroso, se le olvidó que raramente conseguimos algo únicamente con nuestro esfuerzo, siempre hay alguna mano amiga o, como en este caso, una escalera humana. Gracias por comentar, un placer tenerte en el blog!
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Paula, un micro muy interesante, desde luego da que pensar que hacer lo que se debe sea digno de tantos elogios.
Un saludo.
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Gracias, Ángel, una vez más por pasarte y comentar. Es bueno apreciar lo que hacemos con ojos objetivos y, por qué no, felicidad, pero, como bien dices, a veces los elogios propios (sobre todo) y de los demás son un poco exagerados y requieren una dosis de realismo. En la búsqueda obsesiva de gloria personal, obviamos las contribuciones que podemos hacer a obras colectivas.
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No hay que quitarse el mérito a uno mismo, pero lo justo es compartirlo con todos los que han participado. Interesante propuesta. Un abrazo fuerte, Paula.
Nota: las fotos del mar que pones me dan unas ganas de zambullirme…😊
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Gracias, Aurora. Definitivamente, hay que reconocer nuestros méritos (es bueno para la salud y la autoestima 😊), pero como bien dices reconocer a quiénes han contribuido con ese logro. Quería llevar el mensaje de que existen numerosas pirámides humanas a las que podemos contribuir en lugar de buscar con obsesión heroísmos individuales.
PS: Muchas de las fotos son de mis hermanos que viven en Sudamérica, me mandan fotos porque extraño la playa.
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