«¡Es un truco, una ilusión!», pensé. Yo no creía ni en fantasmas ni en poseídos, aunque mi pericia en la materia era nula. Espié desde el zaguán… ¡La libélula seguía allí! Sentada en la sala, más larga que nunca, con las patas cruzadas y un pocillo de café. Hojeaba el álbum familiar como si fuera un pariente cariñoso. Me planté delante y le reconocí los ojos: ¡era mi mujer convertida en un insecto! Quise hablarle, pero yo zumbaba. ¡Paf! Me sacudió con un ala. Adolorido, me escondí en la carrasca. Ella a mí no me había reconocido… ¡Bzzz!
Escribe tu microrrelato en cincopalabras.com: ILUSIÓN – PERICIA – ZAGUÁN – LIBÉLULA – CARRASCA
Miel para ambos, quizás como postre, quizás como acompañamiento.
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Ja, ja! 😊 Miel y cafecito si se reencuentran en condiciones más amorosas.
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Las relaciones personales, digo… «libelulales» son también complicadas 😉 Abrazo.
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Sí! Especialmente, si ella es una larga libélula intelectual y él un mosquito rapero. Saludos, Carlos. 😊
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Happy Sunday ❤
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Grazie, Simona. 😊
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Hola paula…esa imagen «Hojeaba el álbum familiar como si fuera un familiar», es increíble…
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Gracias, Nico, por pasarte. A veces, las palabras que me dan (son cinco), cuando son más estrambóticas y diferentes, estimulan la inspiración! 😊
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