Reseña: Anna Karenina, de Tolstoi, ¿heroína o villana?

Un libro colosal que no pierde ni consistencia ni ritmo a pesar de tener mil páginas. La prosa es bella y elegante, y los personajes tan reales como los eventos y los escenarios que les dan vida. Sin embargo, el final me ha decepcionado porque me resulta forzado. Es una lectura esencial para los amantes del realismo literario.

Si no has leído el libro y tienes interés en hacerlo, solo lee esta reseña hasta el título *Spoiler Alert*. 

El libro cuenta, en realidad, dos historias en paralelo: la de Anna, una mujer bella y encantadora, que deja a su marido por un apuesto militar, Vronsky, y la historia de Levin, quien desprecia la superficialidad de la alta sociedad y vive una existencia solitaria en el campo, cuestionándose la vida. Levin está enamorado de la dulce Kitty. Hay una historia adicional, pero secundaria: la hermana mayor de Kitty, Dolly, está casada con Stiva, el hermano de Anna. Stiva es un infiel empedernido; sin embargo, Dolly decide tolerar su infidelidad. Un elemento importante de la trama es que Vronsky, antes de enamorarse de Anna, cortejaba a Kitty. De esta forma, las tres historias quedan entrelazadas.

El libro no solo trata del tema de la infidelidad y de la condena al divorcio por parte de la sociedad rusa en el siglo XIX: es un libro que se extiende más allá. La novela es un modelo de la literatura realista, en que se narra la acción en un contexto socioeconómico, político y cultural. Tolstoi, a través de los diálogos entre los personajes, nos escribe acerca de los esfuerzos de modernización del campo, de la influencia del pensamiento comunista, de la necesidad de educar a la prole, acerca de las guerras. Los intereses y ocupaciones de los personajes abarcan diversos temas: el arte, los caballos, los libros… Y, claro está, Tolstoi también aborda sus temas favoritos, los espirituales, y nos habla sobre la religión, la muerte, el sentido de la vida, etc.

Aquí es importante el gusto personal. A mí me fascina que me cuenten más, pero otros lectores podrían aburrirse o saltarse partes enteras. Sin embargo, he de admitir, que arrastré la lectura en la penúltima parte por la pesada narración acerca de elecciones políticas.

A pesar de la longitud, el libro sostiene el interés del lector porque las historias y los personajes evolucionan: del rechazo se pasa a la aceptación, del cortejo a la decepción, del amor al odio, de la riqueza a la pobreza, de la vida a la muerte. En cada capítulo, Tolstoi mantiene el suspense reteniendo y revelando información con maestría. Por ejemplo, cuando Levin no llega a su boda a la hora acordada, el lector siente angustia porque cree, dados los antecedentes de inseguridad de Levin, que este va a dejar plantada a Kitty. Resultó tratarse de una tontería, que se narra luego con gracia, pero las escenas de invitados cuchicheando y la ansiedad de la misma Kitty cargan las páginas de tensión.  

Un aspecto bastante peculiar de Tolstoi es el de los extensos monólogos internos. Esto me llamó la atención porque nunca lo había visto en tal grado. Estos pasajes te dan una oportunidad extraordinaria de meterte en la cabeza de un personaje, entenderlo hasta los huesos y sufrir con él, pero quizá es un exceso. Hasta el perro de Levin tiene un momento de reflexión. En la vida real, no contamos con la capacidad de leer pensamientos: inferimos y, con frecuencia, erróneamente. 

*Spoiler alert: si no sabes cómo termina el libro y te interesa leerlo, no sigas adelante.*

He disfrutado muchísimo de esta obra por su prosa elegante, la evolución de la historias, el realismo y el suspense. Sin embargo, el desenlace me ha decepcionado: Tolstoi decide volver a Anna loca y lanzarla bajo los fierros de un tren.

Usualmente, se sugiere que Anna se suicida por la intolerable presión de la sociedad. Aunque el tema de la condena social es patente, los monólogos de Anna no están focalizados en este rechazo. Incluso, en una escena, ella maneja perfectamente la situación social cuando, ignorando el pedido de Vronsky de no ir a a la ópera, asiste igual y recibe las miradas de censura de algunos con dignidad. Si se hubiera suicidado porque no logra tolerar el rechazo de la sociedad, yo no tendría comentario alguno, diría que Anna fue una mártir de la emancipación femenina.

Sin embargo, su locura no nace de su victimización, sino de emociones negativas que surgen de improviso y sin antecedentes. Cuando hay un giro importante en una novela que no está justificado, esta pierde credibilidad. La heroína, desde el principio, se muestra juiciosa y fuerte, desafía a una sociedad entera por amor y se maneja con dignidad, habla con artistas, lee de todo, escribe libros, discute de filosofía y dirige actividades varias (en el campo, asiste a Vronsky en la construcción de un hospital, entre otros proyectos). Sin embargo, de improviso, hacia el final del libro, la mujer segura de sí misma e independiente empieza a retorcerse.

Anna comienza a sufrir celos enfermizos sin que haya evidencia alguna de la infidelidad de Vronsky, quien hace lo imposible por convencerla de su amor. A estos celos patéticos, Tolstoi agrega odio. Ella empieza a sentir repugnancia por todos: odia a la dulce Kitty; a Dolly, su amiga del alma, y, lo más grave, a su inocente niña (hija de Vronsky).

Además de volverse loca, se vuelve un ser maligno. Anna se propone enamorar a Levin y lo logra. No hay antecedente alguno de que Anna quiera seducir a otros para causarle celos a Vronsky. En este caso, lo hace para destruir la felicidad de Kitty. Luego Tolstoi nos narra que el deseo de suicidarse surge en ella, expresamente, para destrozar a Vronsky.

Esta locura y maldad no evoluciona orgánicamente en una cadena de eventos lógicos: la locura de Anna es forzada. Mi modesta interpretación es que Tolstoi decide castigarla y, con ella, a Vronsky. Primero, destruye a la heroína, convirtiéndola en un ser detestable y hasta maligno. Luego, la lanza bajo los fierros de un tren, destruyendo también a Vronsky, quien, devastado por su muerte, termina dispuesto a morir en una guerra extranjera. Para completar la expiación de Anna, nadie la recuerda con compasión y se le hace una dura recriminación a través de la madre de Vronsky (ver parte VIII, capítulo 4): «Pasiones tan desesperadas no conducen a nada bueno». Y más adelante: «… se ha mostrado una mala mujer, sin religión, sin nada…».

La locura de Anna es tan ilógica que en las adaptaciones al cine se cambia la trama; por ejemplo, se inventa que Anna enloquece porque pierde a su hija en el parto. No hay tal cosa en el libro. Las películas han romantizado la historia en extremo. Esta no es una novela de pasión prohibida, sino una acerca de la búsqueda espiritual.

A la misma vez que Tosltoi castiga a Anna, hace de Levin un héroe. Este, quien atraviesa una crisis existencial similar, considera también suicidarse porque la vida no tiene ningún sentido, a pesar de que está felizmente casado, tiene un hijo recién nacido (a quien curiosamente tampoco quiere como en el caso de Anna), posee riqueza, el respeto de los campesinos y sus familiares. Únicamente, la falta de fe religiosa lo perturba. Pero Levin, al final, encuentra a Dios, escoge el bien sobre el mal, no se suicida y es plenamente feliz.

En otras palabras, Tolstoi forzó el final para darnos una lección: Anna se suicidó porque llevó una vida de pasiones terrenales y no encontró a Dios. Por el contrario, Levin fue feliz porque renovó su fe espiritual. Es interesante notar, que Stiva, el hermano de Anna, quien continúa su vida de infidelidad y ruina financiera sin remordimientos, dejando a una esposa y a sus seis hijos al desamparo, no recibe castigo alguno. Por estas razones, el final le ha restado credibilidad a la historia y la ha arruinado, pero no puedo negar que el libro es colosal. Una novela recomendable si no analizas demasiado el final y toleras los prejuicios religiosos.

2 comentarios sobre “Reseña: Anna Karenina, de Tolstoi, ¿heroína o villana?

  1. Es curioso como cada lector hace sus propias interpretaciones y transforma el libro en su recuerdo. A mí la evolución de Anna me pareció justificada, sin recordar detalles ya tras tantos años, veo su desesperación y locura creíbles en el ambiente en que suceden; hoy en día ella lo habría tenido más fácil para ser feliz y no llegar a esos desvaríos. Otra cosa es Emma Bovary, libro que quizás debería releer, porque la recuerdo como una tonta que no supo ocultar sus amoríos y causó su propia perdición.

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    1. Efectivamente, los libros se leen con diferentes lentes; a veces, nos focalizamos en unos aspectos más que otros según intereses o personalidades. Gracias por leer. Es una reseña bastante larga. Justamente estoy leyendo Madam Bovary (qué coincidencia). La escritura es espectacular, pero coincido contigo, no logro engancharme con Emma, ella me aburre.

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