Se me acumulan los garbanzos, ya nadie los quiere. Vienen las muchachitas delgadas como las plumas a comprar quinua. El profesional joven, sin despegarse de su teléfono inteligente, me pide aguacate. Incluso las personas mayores me han preguntado por maca andina; aparentemente, un afrodisiaco natural. Aunque cuesten diez veces más, tendré que modernizar mi despensa.
Personalmente, a mis 80 y pico, seguiré optando por la humilde legumbre y las hortalizas. El día que sufra una deficiencia en el cuerpo, comeré más garbanzos —y huevos—. Cuando sea una carencia emocional, un trocito de chocolate.
